En la actualidad no existen
estudios fiables que determinen si la estimulación temprana realmente resulta
efectiva o no en el desarrollo neuronal de un bebé. El problema es que no es
posible volver atrás y probar que hubiera pasado si se hubiera actuado de
manera diferente. Lo que sí resulta irrefutable son los resultados obtenidos
sobre animales sometidos a algún tipo de estimulación. A pesar de la limitada
flexibilidad de sus cerebros, muchos investigadores han verificado un
desarrollo neuronal superior de las áreas que fueron estimuladas de algún modo.
Desde luego, la decisión de
poner en práctica un plan de estimulación temprana es absolutamente personal.
Pero debes tener en cuenta que la maleabilidad del cerebro decrece rápidamente
con la edad. Así, el máximo desarrollo neuronal coincide con la etapa que va
desde el nacimiento hasta los tres años de edad, para luego decrecer y
prácticamente extinguirse a la edad de seis años. A partir de ese momento, las
interconexiones neuronales del cerebro ya están establecidas y los mecanismos
de aprendizaje se asemejan a los de un adulto.
Es cierto que un programa de
estimulación puede resultar pesado y rutinario para los padres, ya que exige
una cierta dedicación diaria. Pero, a pesar de que algunos autores puedan dudar
de su efectividad, el tiempo invertido con tus hijos siempre resulta
provechoso.
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