Leer, por ejemplo, requiere suficiente
desarrollo de los movimientos oculares. Se trata de habilidades
motoras que exigen control de esos movimientos.
Si los
movimientos son inmaduros e inestables, las letras, los números y
las palabras pueden “bailar” en la página de forma que el
cerebro las ve en desorden y el niño encuentra dificultades para
decodificar los símbolos, construir las palabras y encontrar sentido
(comprensión) en el escrito.
Comienza
con el desarrollo del lenguaje y el habla.
El niño habla con su
cuerpo antes de articular palabras, utilizando el lenguaje postural,
gestual y la entonación para hacerse entender.
El deseo de
comunicarse utilizando palabras es innato sólo parcialmente, depende
más de los estímulos del medio: que se le hable mucho y se le
escuche a lo largo del día y cada día en los años pre-escolares.
“Las semillas del lenguaje se siembra a través de
experiencias senso-motrices” (Sally Goddard).